Las anécdotas de Jacobo Borges son inagotables, Orlando Viera Blanco, 2019.
María de la Concepción Marta Traba Cuervo, conocida como Martha Traba, fue una destacada crítica de arte y ensayista colombiana nacida el 24 de noviembre de 1923 y fallecida el 27 de noviembre de 1983. Reconocida por su incisiva crítica y defensa del arte latinoamericano, Traba jugó un papel crucial en la promoción de artistas contemporáneos de la región. Además de su labor como crítica, fue curadora de importantes exposiciones y autora de numerosos libros que profundizan en la estética y la identidad cultural de América Latina. Su legado perdura como una voz influyente en la historia del arte latinoamericano del siglo XX.
Siendo apenas un niño sin saber leer ni escribir -nos cuenta- miraba con añoranza los lápices y dibujos de un compañero de colegio.
Quiero compartir con mis lectores un gran privilegio. Nuestro encuentro con nuestro gran maestro Jacobo Borges [1931]. Un caraqueño de pura raza nacido en El Cementerio y criado en Catia, que desde los cuatro años [1935] supo que sería pintor… [1] Un venezolano cuyo genio no se agota en su talento como artista, sino en su humildad, su visión cívica, su amor por Venezuela y su pasión por Ávila. Un hombre cariñoso con una hermosa complicidad con su compañera de barco, su esposa Diana Carvallo[2] … ¡Hablar con Jacobo Borges es descubrir en cada palabra lo que significa ser venezolano!
Los paisajes de la memoria
Las anécdotas de Jacobo Borges son inagotables. Siendo apenas un niño sin saber leer ni escribir -nos cuenta- miraba con añoranza los lápices y dibujos de un compañero de colegio. Quería colorear como ese chico. Le pedía que viera sus dibujos y usara sus lápices, pero se resistió. Un incidente marcó su vida. 25 años después, Borges -de repente- se encuentra con un hombre en la calle que le grita: “Borges, soy Cuervo, ¿no te acuerdas de mí?”. Sorprendido pero a la vez asustado porque la persona a la que se dirigía era un Guardia Nacional, Borges respondió con cierta perplejidad: “No te recuerdo” […] Inmediatamente el uniformado le refrescó la memoria: “Soy el niño de quien intentaste robar sus dibujos para decirles a otros que los habías hecho tú”... Borges, sorprendido por una versión incierta, se preguntó ¿por qué
[Cuervo] guardó en su memoria un episodio tan pequeño y diferente de cómo sucedió? La respuesta fue igualmente simple y elocuente… Si nunca hubiera querido pintar como lo hacía Cuervo, hubiera terminado siendo Guardia Nacional, y si Cuervo hubiera querido seguir dibujando con el talento que lo hacía, hoy sería Jacobo Borges. Sabio, lapidario.
Borges antes de convertirse en pintor comenzó en la agencia de publicidad McCann Erickson[3] . Había conocido a Carlos Cruz Diez[4] cuando solo era un joven imberbe de 17 años. Cruz Diez tenía 25 años. Cuando Borges llegó a la oficina, Cruz Diez con buen humor preguntó: ¿Y quién es este muchachito que viene aquí con tanto coraje? Así comenzó una amistad de por vida ligada a la de Soto y Otero. “Con Cruz Diez aprendí esa difícil combinación entre disciplina, elegancia y humildad; entre el talento y la sencillez, que te abre todas las puertas…”, dice Borges.
Escuchar a Borges es un deleite, un mar de sabiduría. Es aprender a soñar despierto. "¡Las cosas no suceden por lo que se sueña, sino por lo que no se sueña!" Leo en un texto de su catálogo, Paisajes de la memoria. En las pinceladas de quién quieres ser y qué quieres hacer reside el virtuosismo del hombre de visión. Y en la visualización de cada uno de nosotros está la cultura que no se deja vencer por el peor tirano. “Pásate por Caracas”, me dice, “la cultura arde, nadie la supera”, advierte el maestro.
Soñar a pedazos
El sentido familiar de la familia Borges-Carvallo es realmente espectacular. Borges conoció a Diana -esposa y socia durante más de 40 años- en la política -sic- diseñando una campaña electoral. A ese hombre que era casi medio carro de la vida le impactó de pronto la dulzura de una joven de 25 años, diseñadora gráfica e inquietudes artísticas, que siempre admiró a tres pintores: Reverón, Soto y Borges. Y dibujando su destino, su maestro se convirtió en su esposo...
Son una pareja feliz, entrelazados, absolutamente entregados tanto al arte como a su amada Venezuela. Borges recuerda que apenas recibió una beca para estudiar en Nueva York y París, comenzó sus viajes por el mundo. Desde Berlín a Ciudad de México, Italia, BBAA o Brasil. Pero solo unos meses después, quería regresar. Su amor por su Ávila marcó su regreso.[5]
Diana, su esposa, alineada con la pasión y el amor por nuestro país, arma su obra Guardianes[6] , inspirada en nuestros jóvenes guerreros de las protestas[7] . Esculturas reales plasmadas en cerámica, cabilla, arena y ladrillo. Arena que es el origen de la vida y lo que seremos. Al presentarlo nos dice: “Vivimos en pedazos, sonreímos en pedazos, lloramos lágrimas rotas, caminamos en zig zag... lloramos lágrimas rotas […] vemos un poco todos los días, rompemos con coraje, luchamos cada respiro y respiramos cada batalla (…) y amándonos en la boca, lloramos entre líneas, pescamos pedazos de sueños antes de que se hundan en el lodo…” Es el alma hecho cultura que lo resiste todo!
Borges y Diana no son solo maestros entre lienzos y arena. Son arqueólogos de sus propias memorias, de volver al pasado aunque sea en pedazos, para visualizar otra Venezuela; el vivido, el grande y generoso. Como Ávila..!
Una pincelada de esperanza
Quiero agradecer a Jacobo Borges y Diana Carvallo por recibirnos en la paz de su hogar. Pude validar que ser venezolano es una pincelada hermosa de amor, frescura y luz de lo que fue y será Venezuela. En la unión de estas virtudes está la salida y la solución a nuestras pesadillas. Es despertar a nuestros orígenes, es soñar despierto y llevarnos a cada uno de nosotros como quijotes, los lápices, lienzos, arenas y colores de la libertad. ¡Visualicemos esa Venezuela en los paisajes de nuestra memoria…! ¡Salud maestro! @ovierablanco